junio 25, 2011

Limpieza energética seres y entes astrales

La limpieza energética de seres y entes astrales ha estado presente en todas las culturas como un conocimiento ancestral. Podemos encontrar diversos métodos de limpieza y purificación energética, dependiendo del lugar y los sistemas de creencias de las personas. Los métodos para realizar una limpieza energética básicamente tratan de eliminar y prevenir las vibraciones desequilibradas, perturbadoras o negativas que impregnan a las personas, sus casas u hogares, los entornos, los objetos y también sus campos áuricos personales.

Cuando nos realizamos una limpieza energética del tipo que sea (ceremonias chamánicas o ancestrales, inciensos, reiki, imposición de manos, etc.) existe generalmente un período de unas tres semanas durante el cual la mayor parte de esos cambios tienen lugar. Son periodos de “desintoxicación” e integración de nuevas energías e información en nuestros cuerpos sutiles.

La limpieza energética elimina ciertas energías acumuladas o estancadas en nuestra aura y cuerpos sutiles que ya no nos sirven y son reemplazarlas por nuevas energías más acordes a nosotros mismos, nos produce un efecto de frescura y renovación. En algunos casos se manifiesta como una mayor claridad de percepción y seguridad en nosotros mismos.

Para tener un conocimiento más objetivo sobre la limpieza energética de seres y entes astrales compartimos un completo artículo de "Mundo Emergente" sobre "Entidades Astrales Parasitarias (EAPs)"

"... En la realización de este trabajo considero que el lector ya tiene alguna idea sobre cuestiones relativas a la reencarnación y la vida después de la muerte. Hay otro aspecto con el cual quizá el lector se halla menos familiarizado y es el del concepto de la realidad prisión, sistema hiperdimensional de control o matrix.

Este controvertido marco de interpretación de la realidad ha sido investigado en detalle por John Keel, Jacques Vallee, Salvador Freixedo, Laura Knight Jadczyk, entre otros. G.I. Gurdjieff, Carlos Castaneda y Roberto Torres, han escrito sobre este tema desde su posición de iniciados en los misterios de una antiquísima tradición chamánica y esotérica. También se hará mención de conceptos como niveles de densidad, servicio a los demás (SAD) y servicio a sí mismo (SAS) para lo cual el lector puede referirse a los trabajos del Material de RA, y del Experimento Cassiopaea, mencionados anteriormente en el artículo “Realidad prisión y la necesidad de despertar”.

Mi intención con este trabajo es proporcionar una herramienta a aquellos que deseen expandir sus fronteras, analizando, pensando, experimentando, observando con una mente crítica la realidad en la cual vivimos. Dicha realidad es mucho más compleja de lo que creemos. En ella, la verdad y la mentira se mezclan en un menjunje que confunde y desorienta a aquellos que tienen una inclinación natural por la verdad. ..."

¿Qué es un ser o entidad astral parasitaria?

La intrusión astral se produce cuando una o varias entidades pertenecientes al plano comúnmente conocido como astral o etéreo se introducen en el campo energético de un individuo humano, con o sin su expresa autorización, fundiéndose parcial o totalmente con la mente subconsciente del individuo. Estas entidades se abastecen, como parásitos, de la energía vital del individuo y a través de él se relacionan con el medio externo, obteniendo de éste último todo aquello que desean.

La intrusión astral no implica posesión, aunque ésta no se descarta. Un individuo puede desarrollar una vida absolutamente normal sin ser jamás consciente de que su “espacio” ha sido ocupado por diversas entidades adheridas a él.

Hay diferentes tipos de entidades parasitarias. Su grado de seriedad depende de muchos factores. La más común es la producida por la consciencia de entidades humanas descarnadas, es decir, seres humanos que por algún motivo no han completado el proceso de transición después de la muerte del cuerpo físico, quedando “atrapados” con o sin su consentimiento en el estado intermedio o bajo astral. También hablaremos de las entidades demoníacas y de parásitos semi-conscientes o larvas astrales. El tema de las entidades demoníacas es muy complejo y para comprenderlo en su totalidad es necesario que el lector se familiarice con determinados conceptos relacionados con el sistema de control.

Después de la muerte física

Después de la muerte física el cuerpo etéreo, también llamado cuerpo sutil o astral se separa del cuerpo físico. La energía de un ser humano se halla almacenada dentro del cuerpo etéreo; la información correspondiente a la personalidad o falso yo, con toda la gama de patrones emocionales y residuos físicos de las experiencias acumuladas durante la vida física, se halla registrada en este campo energético, incluyendo las experiencias de otras vidas.

Envuelto en este cuerpo sutil, el ser se dirige hacia la luz, la cual está siempre presente. Los espíritus guías se acercan para recibir al espíritu del recién difunto. Los espíritus guías no tienen una forma definida, pueden parecer ángeles, personas queridas o pueden ser simplemente, formas de energía. Los espíritus de los familiares o seres queridos pueden hacer de guía, y aunque éstos no posean forma, el difunto los reconocerá por la vibración de sus almas. Si el que viene no tiene una forma definida, los ojos, que son considerados las ventanas del alma, serán la clave para que se efectúe el reconocimiento. Esto es importante ya que muchas entidades, cuyo propósito no es, precisamente, el de guiar al recién llegado, se hallan a la espera de poder “engañar” a los ilusos. Éstas son entidades del servicio a sí mismo que buscan atrapar a aquellos espíritus que no posean el conocimiento suficiente para defenderse. De acuerdo a William Baldwin[*], los ojos de dichas entidades son negros, ya que carecen de luz.

Aparentemente, hay una barrera o un portal por el que hay que pasar para poder entrar completamente en la luz. Si el espíritu del difunto se mueve más allá de ese portal, avanzará hacia la 5ta densidad, a la cual van las almas de todos los seres después de la muerte. Al morir, el cordón de plata que une al espíritu con el cuerpo físico en la tercera densidad se rompe definitivamente.

Sin embargo, no todos los espíritus fallecidos siguen su camino hacia la luz. Algunos se pierden en el camino, ya sea por decisión consciente o por simple ignorancia, muchos quedan atrapados en el estado entre la quinta densidad y la densidad física, la tercera densidad. Algunos autores denominan dicha zona como bajo astral, zona gris o zona intermedia. Aquel que no traspasa el portal, vagabundea por dicha zona y puede que encuentre a algún ser humano al que adherirse para poder seguir disfrutando de las actividades inherentes a la vida física.

De ésta forma, el espíritu descarnado se une de forma parcial o total a la mente subconsciente de un individuo “vivo”, ejerciendo un determinado grado de influencia en los procesos mentales, las emociones, la conducta y el cuerpo físico. De esta forma la entidad se vuelve un parásito en la mente del huésped. Una víctima de esta condición puede resultar totalmente amnésica durante episodios de completa toma de control por parte de la entidad.

Hay una gran cantidad de razones por las cuales un individuo no completa su transición. Como ejemplos podemos citar:

Una muerte traumática o repentina puede tomar por sorpresa a la entidad, produciendo un trauma en la conciencia del espíritu recién difunto. Dicha muerte puede provocar diversos estados emocionales que pueden ir desde la sorpresa hasta la furia, el miedo, la desesperación, la culpabilidad, el remordimiento, étc. Puede que la entidad se niegue a aceptar su muerte física o quizá sea inconsciente de que ésta se ha producido.

Las emociones, sean estas de carácter positivo o negativo, que rayan en la obsesión actúan como un ancla que impide la partida de la entidad. Por lo tanto, los sentimientos de odio, culpa, remordimiento, furia, e incluso excesivo amor, pueden interferir con la transición.

Falsos sistemas de creencias sobre la vida después de la muerte pueden evitar que el espíritu se dirija hacia la luz; puede que la experiencia de la muerte no coincida con las falsas expectativas o nociones preconcebidas de cómo debería ser el “más allá”.

La muerte por sobredosis de drogas o alcoholismo puede provocar que el espíritu del difunto conserve el apetito o el deseo de consumir tales sustancias; al encontrarse en un estado de conciencia-energía en el mundo astral, la entidades no puede satisfacer tales apetitos propios del plano material, por lo que el espíritu holgazanea hasta encontrar un sujeto al que adherirse, por ejemplo, un adicto que le proporcionará satisfacción a través de su aparato sensorio-motor. De esta forma el espíritu se convierte en un parásito. Lo mismo puede ocurrir con cualquier tipo de apetito u obsesión asociada al mundo material y físico de la tercera densidad, por ejemplo: comida, sexo, otro ser humano, dinero y poder, etc.

Si al morir, la persona tenía dentro de sí a una o a varias entidades parasitarias, la transición puede resultar un proceso difícil. En este caso hay varias posibilidades:

El espíritu del recién difunto puede llevar consigo a la entidad parasitaria hacia la luz y de esta forma rescatar al alma perdida. Esto depende de si la energía del espíritu en cuestión es más fuerte que la de la entidad parasitaria. De lo contrario, la entidad parasitaria puede actuar como un “peso muerto”, un ancla que le impide a la entidad recién difunta despegar.

El espíritu del recién difunto puede separarse de la entidad parasitaria y dirigirse solo hacia la luz. Después de la separación la EAP puede encontrarse nuevamente perdida, por lo que reinicia la búsqueda de otro huésped en quien alojarse. Si la EAP posee una fijación con el individuo al que estuvo adherida, puede esperar hasta la próxima encarnación de éste, localizarlo en el momento en que se produzca el nacimiento, y unírsele nuevamente. Esta intrusión puede ocurrir en repetidas encarnaciones del huésped.

Si el espíritu de la persona recién fallecida no puede separarse de la entidad intrusa, quizás por carecer de la energía necesaria, puede también pasar a ser una entidad parasitaria con la otra EAP adherida a él. De esta forma, ambas entidades pueden unírsele a otra persona, la cual a su vez, al morir, queda atrapada, y así sucesivamente, hasta formar verdaderas cadenas de EAPs.

Estos espíritus encadenados pueden formar verdaderos grupos de entidades errantes. Es necesario comprender que no se trata de una realidad física y que aplicar conceptos que sólo rigen en un estado material es un error fundamental. Los espíritus son energía y no ocupan lugar. Una persona puede tener docenas, hasta cientos de entidades adheridas. Éstas pueden “acomodarse” en el aura o flotar dentro del aura fuera del cuerpo. Si una parte del cuerpo de una persona es particularmente débil, o ha sufrido un accidente o enfermedad, puede alojar a una EAP que a su vez se identifica con dicha debilidad. También pueden situarse en cualquiera de los chakras, atraídos por la peculiar energía de uno de ellos o por las estructuras físicas de esa parte del cuerpo.

Hay diferentes clases de EAPs. Los hay benignas, malignas y neutrales o pasivas. Las razones que pueden llevar a que una persona actúe como imán de estas entidades son muchas y de muy diversa índole. Puede tratarse de algo muy simple, como el hecho de estar físicamente próximo al lugar donde se produjo el deceso. De acuerdo a W. Baldwin, aproximadamente el 50% de los casos investigados clínicamente se debieron a situaciones fortuitas sin que existiera relación alguna entre los EAP y el huésped ni en ésta ni en ninguna otra encarnación. La otra mitad de los casos pueden deberse a que existe algún tipo de relación o asunto sin terminar en ésta u otra vida.

De acuerdo a los especialistas en el tema, el fenómeno de Intrusión Astral se da con mucha frecuencia y todas las personas son afectadas por una o más EAPs en algún momento de sus vidas.

Una debilidad física, psíquica o emocional puede resultar en una invitación inconsciente para que una entidad se adhiera al individuo. Emociones demasiado fuertes, sentimientos negativos reprimidos consciente o inconscientemente pueden ser la señal que las EAPs necesitan para convertirse en inquilinos indeseados.

Algunas causas que atraen a una EAP

Todo tipo de cirugías, transplantes de órgano, transfusiones de sangre, enfermedades, debilidades físicas o psíquicas, depresión, enfermedades mentales, golpes en la cabeza, stress, etc.

El uso de drogas, especialmente las alucinógenas, el alcohol, la anestesia, los calmantes, y sustancias similares producen una abertura en el campo energético que nos protege.

Las relaciones sexuales pueden permitir el intercambio de EAPs. El abuso sexual, el incesto, las violaciones, incrementan la posibilidad de intrusión astral por parte de entidades que se sientan atraídas por las vibraciones que semejantes situaciones producen.

Las prácticas mágicas de cualquier tipo, la canalización, la acción de pedir ayuda a “los guías” sin tener el conocimiento suficiente sobre el mundo invisible, las prácticas de meditación para contactar a los “maestros espirituales”, las sesiones espiritistas y todo tipo de “actividades espirituales” que sean realizadas sin un profundo conocimiento de los mundos invisibles, son invitaciones gratuitas a que espíritus oportunistas de toda clase, tanto descarnados como entidades demoníacas interfieran y produzcan todo tipo de problemas. He aquí que muchas de las ideas propagadas por la “Nueva Era” no sean más que pura desinformación que puede costar MUY CARO a quienes no estén dispuestos a investigar más profundamente este tipo de ideas.

La práctica de ciertos estilos de vida en donde abundan las bajas vibraciones, la fijación u obsesión de ciertos patrones mentales pueden atraer a aquellas entidades que tengan afinidad con los mismos. La exposición a ciertos ambientes en los cuales predominan las vibraciones negativas atraerán a una multitud de EAPs.

Un hecho que se ignora y que puede parecer tirado de los pelos, pero que se da bastante, es que cierto tipo de ambiente y de música del tipo rock satánico puede abrir una puerta a la intrusión astral. Todo actividad asociada con la idea de adorar al una entidad demoníaca, va a atraer visitas indeseables. L a inclinación por la práctica sexual promiscua, las drogas, el alcohol, etc., son, como ya dijimos, puertas abiertas a intrusión de entidades que vibran a la misma frecuencia. No se trata aquí de ser “puritano”.

Se trata de que el Sistema de Control utiliza estas herramientas para su beneficio, asignando una gran cantidad de entidades a aquellos que podrían tener la posibilidad de DESPERTAR y de ENTENDER la verdadera naturaleza de nuestra realidad. De esta forma, los jóvenes –y hablo especialmente de los jóvenes porque en cierta forma, son los más vulnerables a las influencias externas – impulsados por la necesidad de “pertenecer” a un determinado grupo, andan por caminos sinuosos que ponen en peligro mucho más que su vida física: ponen en peligro la libertad de sus ALMAS. Hablaremos de esto cuando tratemos el tema de entidades demoníacas.

Una persona puede ser afectada por una EAP de muchas formas sin llegar a sospechar nunca que una o varias EAPs se hallan adheridas a ella. Las actitudes, la conducta, las inclinaciones, los deseos, los pensamientos y las emociones pueden estar influenciadas o incluso ser determinadas por la acción de otra personalidad con una historia y un patrón de conducta diferentes, sin embargo el individuo creerá que son sus pensamientos y sus emociones. Tal entidad actúa como un vampiro psíquico –sin importar cuál sea la intención de la entidad, negativa o positiva – succionando la energía vital del huésped quien en su ignorancia, cree que se trata de un hecho incorregible. La entidad vive al nivel del subconsciente del individuo y ejerce sobre él, todas sus cargas mentales, emocionales y físicas.

Una EAP es un parásito que impide a un individuo disponer de su energía, y realizarse espiritualmente. La EAP impone a su huésped su propia carga psíquica, la cual puede manifestarse emocional y /o físicamente interfiriendo con su vida, pudiendo alterar el plan original del huésped. El karma puede ser alterado debido a la influencia de la EAP, causando una muerte prematura o una vida demasiado prolongada, impidiendo que el individuo pueda “partir” en determinado momento de su vida. La EAP puede alterar la orientación sexual de la persona, la elección de la pareja, las relaciones con otras personas, etc.

En muchos casos una persona reconoce la posibilidad de haber albergado una EAP sólo después de haberse sometido a terapia y de haber descubierto o notado que ciertos hábitos, pensamientos, adicciones u obsesiones han desaparecido. Esta nueva conciencia puede llegar pasados meses del tratamiento.
Los síntomas de la intrusión astral pueden ser muy sutiles. Una EAP puede estar presente sin producir ningún síntoma notable – y esto se aplica también a las entidades demoníacas. Sin embargo las EAPs SIEMPRE ejercen algún grado de influencia.

Los lazos que unen a dos individuos en esta u otra vida –ya sean de amor, de odio, celos, venganza, etc.- pueden ser un factor importante que permita la intrusión astral.

Sin saberlo, un individuo puede, inconscientemente, “invitar” a un ser querido a unírsele cuando este último ha fallecido. Esta invitación puede producirse por el dolor que produce la pérdida y por rehusarse a “dejar ir” al ser amado. El espíritu de la persona fallecida puede sentir de la misma forma y decidir “quedarse” para acompañar al otro, protegerlo, darle “amor”, etc. Sin embargo esto NO BENEFICIA a ninguno de los dos. La intrusión que se produce por los lazos de “amor” que unen a dos individuos es una VIOLACIÓN al LIBRE ALBEDRÍO de ambas almas.

La realidad es que por mucho que la persona que continúa viva extrañe, anhele o sienta dolor por la pérdida del fallecido, el espíritu de este NO TIENE derecho a invadir el espacio y la energía de la otra persona, así como tampoco, la persona viva NO DEBE jamás invitar a un espíritu a quedarse. De ninguna manera es un acto de AMOR impedir el progreso espiritual de otro ser y es una acto extremo de servicio a sí mismo (SAS). Violar el libro albedrío de un ser es anotar una gran deuda en el libro del Karma y es completamente perjudicial para ambos seres.
Sin embargo pareciera ser que hay algunos casos en donde la intrusión astral es planificada en la etapa previa a la vida como parte del plan para aliviar deudas kármicas.

La intrusión astral NO necesita del permiso del huésped para producirse. La ignorancia y el rechazo ante la idea de las EAPs NO ES DEFENSA contra éstas. El poseer un determinado sistema de creencias NO ES DEFENSA contra la intrusión astral. La ÚNICA protección es el CONOCIMIENTO de que hay una gran cantidad de evidencia –tanto en la historia, como proporcionada por investigadores científicos del campo de la psiquiatría y la psicología, de que la intrusión astral ES una REALIDAD. SABER que EXISTE y cómo se produce es ya, de por sí, un escudo protector. EL CONOCIMIENTO PROTEGE.

Una conducta inconsistente y errática puede resultar del pase del control del individuo de una EAP a otra. Este tipo de comportamiento es similar al cambio que se produce entre personalidades alternas en los casos de trastornos disociativos de indentidad o personalidad múltiple.

Un individuo puede detectar un cambio repentino en algún aspecto de su personalidad, en sus intereses, sus inclinaciones, sus deseos, sus ideas y emociones, y sin poder explicarse la razón de semejante cambio. Puede que éste se deba a la interferencia de una o varias EAPs que se han adherido a la persona. En este caso los síntomas – que se manifiestan repentinamente, como salidos de la nada – pueden ser: la apremiante necesidad de consumir sustancias tóxicas, el inusual desarrollo de un acento extranjero o el conocimiento de otro idioma, patrones de conducta contradictorios, reacciones extrañas ante situaciones familiares, movimientos repetitivos de alguna parte del cuerpo tales como tics o temblores que escapan al control del individuo, síntomas físicos que no poseen una base orgánica, la pérdida del sentido de la identidad, la sensación de que un espíritu o alguna otra entidad ha tomado el control del cuerpo o la mente u ambos, cambios de personalidad –desde los más sutiles a los más obvios – después de haberse sometido a una cirugía, sufrido un accidente, pasado por una crisis emocional o al haberse mudado de casa.

Una intrusión reciente o una posesión puede causar el deseo desmedido por la comida, las bebidas, las drogas, el sexo, la obsesión por una idea o una persona, el cambio repentino del sistema de creencias, de los intereses, de los gustos, etc. La voz y las expresiones faciales y corporales también pueden cambiar drásticamente.

La realidad de las EAPs refuta el lema tan difundido en los últimos años por el movimiento de la “Nueva Era” de que “tú creas tu propia realidad”. Esto es una falacia peligrosa y puede desatar un verdadero caos psicológico en la mente de un individuo. A este respecto pueden leer el artículo de “Por qué TU NO creas tu propia realidad” por Moris Tarantella.

Una persona que sufre la intrusión astral puede tener ideas suicidas que parecieran salir de la nada. Puede experimentar imágenes mentales inexplicables, oír voces, presenciar extraños fenómenos, sentir miedo repentino o tener la sensación de ser observada o perseguidas. Las EAPs también se manifiestan en sueños y pesadillas. Una EAP puede reactivar la memoria de su muerte en la mente del huésped haciendo que éste tenga visiones o sueños con dicha escena. También puede generar emociones asociadas a lugares, situaciones, ideas u otras personas.

Es muy importante tener en cuenta que antes de realizar cualquier terapia de vidas pasadas, el terapeuta debe diagnosticar la posible presencia de EAPs. Una terapia de vidas pasadas realizada sin esta precaución puede resultar en un completo fracaso para aliviar los síntomas del paciente, ya que podría estar tratando la vida de una EAP.

Una persona puede creer que está recordando sus otras vidas, cuando en realidad, son las de la EAP. Si realmente se trata de la vida del individuo, éste deberá recordar los acontecimientos que siguieron a la muerte, es decir, la luz, la transición a la 5ta densidad –conocida como el Bardo por algunos autores- su estancia allí, el proceso de la planificación de la nueva vida, la vuelta a la 3ra densidad, la entrada al cuerpo y el nacimiento. Si por el contrario, el individuo no tiene recuerdos sobre el proceso posterior a la vida, es probable que se trate de los recuerdos de la EAP. La entidad ha quedado traumatizada por los hechos previos a la muerte por lo que los síntomas del paciente pueden ser los de la entidad. El terapeuta o la persona misma deberá cuestionar los recuerdos hasta encontrar la prueba de que estos son de la persona en cuestión y no los de una EAP. Por ejemplo, el tiempo o la época en la que transcurre la vida de la EAP pueden no ser los apropiados para los del individuo. La EAP recordará la edad que el huésped tenía cuando ésta se le unió así como también las circunstancias de la intrusión.

El propósito de la identificación de EAPs es el de liberar al huésped de los síntomas que le aquejan. No se trata aquí de resolver los problemas de la entidad al menos que sea necesario para que ésta acepte partir. De lo contrario, la entidad debe resolver sus propios problemas durante la vida y no a través del cuerpo y el aparato psíquico de otra persona.

La entidad debe ser liberada guiándola hacia la luz, el terapeuta o la persona que hace la liberación debe asegurarse de que la entidad caiga en buenas manos, es decir, que los guías que acuden a su encuentro provengan de la luz. Es necesario explicarle qué es lo que va a ocurrirle de modo que se deshaga de los obstáculos que le impiden partir. Una espíritu humano descarnado puede no presentar tantos problemas como uno que tenga dentro de sí a una o varias entidades demoníacas o como una entidad demoníaca en sí misma.

Trastornos Disociativos de Identidad o Personalidad Múltiple

¿Cuáles son las diferencias entre los síntomas de una persona víctima de una EAP y los de una persona que sufre de un trastorno disociativo (TDI)?

Un individuo que sufre de un TDI es incapaz de integrar la personalidad, siendo ésta una proliferación de personalidades diferentes entre sí. El Trastorno Disociativo de Identidad se caracteriza, de acuerdo al DSM-IV (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, 4ta. Edición), por la presencia de dos identidades o personalidades distintas -cada una con su patrón estable de percibir, relacionarse y pensar sobre el ambiente y sobre uno mismo -, que alternativamente, al menos dos de ellas, toman el control del comportamiento de la persona y que se acompaña por una incapacidad para recordar información personal importante que es demasiado amplia para ser explicada por un simple olvido. Este trastorno se define por períodos de amnesia.

Aunque la tercera edición revisada (DMS III R) del DMS eliminó el criterio de amnesia, la cuarta edición lo restableció por dos razones:

En estudios sistemáticos de pacientes con este trastorno, la amnesia está presente virtualmente en todos los casos. (Cardeña et al., en prensa)

Sin el requisito de amnesia, los criterios diagnósticos son demasiado amplios y facilitan el diagnóstico excesivo de este trastorno.

El Trastorno Disociativo de Identidad se caracteriza por fracasos crónicos en la integración de la identidad, la memoria y la consciencia. La identidad depende de la continuación de la memoria personal (James, 1890/1923). En el caso de estos pacientes, alteraciones de la memoria y la conciencia provocan una escisión en la personalidad, que se presenta como una serie de identidades con patrones conductuales y cognitivos determinados, y con amnesia cuando menos entre algunas de estas identidades.

Las investigaciones determinan que los individuos que manifiestan el TDI relatan una enorme prevalencia de abusos físicos y sexuales durante la infancia; sin embargo, no es posible concluir que el abuso es suficiente en sí mismo para la presencia de este trastorno, puesto que hay muchos más casos de abusos en la infancia que de Trastornos Disociativos de la Identidad. Terr (1991) concluyó que entre los niños traumatizados solo aquellos que sufren un daño crónico suelen presentar patrones disociativos. Por otro lado, Putnam (1985) declara que el 95% y 100% de los casos de TDI tienen una historia de incesto, tortura o algún otro tipo de abuso en la infancia. [*]

Los pacientes con trastornos disociativos presentan, por lo general, diversos síntomas psicológicos y físicos:
  • Ansiedad, depresión.
  • Abuso de sustancias psicoactivas (alcohol, drogas)
  • Automutilación.
  • Intentos de suicidio.

Síntomas de:

Somatización: consiste en la presencia de síntomas físicos. Similares a los de un problema médico, pero que no pueden explicarse por una enfermedad fisiológica, por el consumo de sustancias psicoactivas o por otro trastorno psiquiátrico. Incluye síntomas gastrointestinales, sexuales, seudoneurológicos, dolor sin una base anatómica o fisiológica permanente.

Conversión: consiste en la presencia de uno o más problemas motrices o sensoriales similares a condiciones neurológicas o médicas. Los síntomas de conversión son eminentemente disociativos en tanto que manifiestan una falta de integración entre la experiencia sensorial o motriz del individuo y la integridad anatómica y fisiológica. Estos síntomas, por lo general, son parte de un cuadro más complejo que incluye otros fenómenos disociativos.

El diagnóstico diferencial de este trastorno incluye síntomas causados por los efectos fisiológicos de una enfermedad, particularmente, algunas formas de epilepsia, y los efectos agudos de un medicamento.

De acuerdo al Dr. Richard Kluft (1986), hay cuatro factores determinantes para el desarrollo del TDI: [*]
  • Una predisposición biológica para la disociación.
  • Un historial de trauma y abuso.
  • Estructuras psicológicas específicas o contenidos que pueden ser usados para la creación de personalidades múltiples.
  • La falta de un adecuado cuidado materno u oportunidades para recuperarse del abuso.
El Doctor Bennet Brown (1986) propuso un modelo 3-P del desarrollo de este desorden: [*]

Hay dos factores hipotéticos que predisponen a un individuo a desarrollar el TDI:
  • Una predisposición psicológica y biológica para la disociación.
  • Una exposición repetida a un ambiente de abuso.
  • Un evento que precipita el trauma, al cual el paciente responde disociándose.
  • La interacción con el abusador que continúa por un período de tiempo indefinido y cuyo control está fuera del alcance de la víctima.

Trastornos disociativos no especificados

Los trastornos disociativos no especificados se definen, según el DMS-IV, como trastornos en los que la característica predominante es un síntoma disociativo, por ejemplo, una perturbación de las funciones habitualmente integradas de la consciencia, la memoria, la identidad o la percepción del medio, que no cumple los criterios de los trastornos disociativos mencionados:

Casos similares al trastorno disociativo de identidad que no cumplen todos los criterios. Por ejemplo, no hay dos identidades claramente diferenciadas o no hay amnesia de información personal importante.

Síntomas de desrealidad sin despersonalización.

Estados disociativos en individuos que han sido sometidos a formas crónicas e intensas de coerción (por ejemplo, lavado de cerebro).
Pérdida de consciencia, estupor o como que no son parte de un problema médico.

El síndrome de Ganser, que consiste en dar contestaciones aproximadas a preguntas (por ejemplo, “2 + 2=5”), sin estar asociado a la amnesia disociativa o a la fuga disociativa.

El trastorno disociativo por trance, se caracteriza por un estado de trance involuntario que no es aceptado por la cultura de la persona como una parte normal de un colectivo cultural o de una práctica religiosa y que provoca un malestar o deterioro funcional clínicamente significativos.

Se considera al trance por posesión como un episodio de sustitución de la identidad habitual por una nueva, atribuido a la influencia de un espíritu, poder, deidad, u otra persona, y acompañado por conductas o movimientos estereotipados y culturalmente determinados que son controlados por el agente de la posesión y/o amnesia parcial o total del acontecimiento. [Manual de Psicología y Trastornos Psiquiátricos Vol. I, Siglo veintiuno de España Editores, SA., 1995]

Conclusión

Podemos concluir que hay diversos factores que diferencian al Síndrome de Intrusión Astral del Trastorno Disociativo de Identidad. Veamos un cuadro que resume estas diferencias.

Trastornos Disociativos de Identidad (TDI) versus Síndrome de Intrusión Astral (SIA)

TDI SIA

    Los sí­ntomas se inician en la infancia. Los síntomas visibles se dan, por lo general, entre los 20 y 40 años. La mayorí­a de los pacientes fueron ví­ctimas de abuso durante la infancia.

    Una Entidad Astral Parasitaria puede adherirse en cualquier momento de la vida del huésped, manteniendo una consciencia clara de su identidad, del momento en el que se unía³ al huésped y de la razones que la llevaron a dicha unión. Sin bien la salud mental, emocional o física del huésped, pueden influir en la atracción de la entidad, no juegan un factor determinante en la intrusión astral.

    La meta de la terapia es la integración de las distintas personalidades o al menos, la cooperación y co-consciencia. [Braun, 1986][*]

    En el SIA, sólo la liberación de la entidad produce el alivio de los síntomas. Por lo tanto el tratamiento de los conflictos de la entidad sólo se realiza como un medio para lograr su partida. El objetivo final es aliviar los síntomas del paciente.

    Las personas que sufren de este desorden padecen de amnesia durante el período de control de una de las personalidades.

    Por lo general, el huésped no presenta amnesia sino que más bien, se identifica con las conductas, las emociones y los pensamientos de la entidad, como si se tratara de los suyos propios. Sólo se produce amnesia en un caso de posesión total, lo que no es muy común.

    Dr Ralph Allison (1985)[*], que ha investigado en detalle el tratamiento del TDI, declara que muchos de sus pacientes con TDI, han demostrado síntomas de posesión.

    Después de liberada la entidad, el paciente notará¡ el cambio en su modo de actuar, sentir o pensar. Puede incluso llegar a sentir alivio, como si un gran peso se le hubiera quitado de encima.

    Las personalidades toman completo control de la conducta del individuo, resultando en personalidades diferentes entre sí­ sin ser conscientes de la presencia de otras personalidades.

    La entidad es consciente de que no se encuentra en su propio cuerpo.

Por último, Allison (1980) describe numerosos casos de supuestas posesiones en pacientes con TDI. Ha desarrollado un esquema conceptual que distingue cinco niveles o tipos de posesión:[*]

1. Neurosis compulsiva obsesiva.
2. Formas mentales y seres creados.
3. Un aspecto fragmentado de la mente del individuo.
4. Un espíritu descarnado que en algún momento tuvo su propio cuerpo humano.
5. Posesión demoníaca.

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Bibliografía
-[*] Baldwin, William J., Spirit Releasement Therapy: A Technique Manual, 2nd Edition, Headline Books, Inc., 1992.
-Manual de Psicopatología y Trastornos Psiquiátricos, Vol. I, Siglo Veintiuno de España editores, SA., 1995. Fuente: Mundo Emergente.